Explorar cómo el chakra del corazón une lo físico y lo espiritual, y cómo cultivar el amor incondicional.

Anahata, el cuarto chakra, está ubicado en el centro del pecho y vibra en color verde o rosa. Su nombre significa ‘sonido que no golpea’, aludiendo a una vibración pura y sin conflicto. Es el puente entre los chakras inferiores (materia) y los superiores (espíritu).

Este chakra está vinculado al amor, la compasión, la empatía, la capacidad de perdón y la conexión con todos los seres. Su elemento es el aire, y su sentido, el tacto. Físicamente rige el corazón, pulmones, sistema inmunológico, brazos y piel.

Cuando Anahata está en equilibrio, amamos sin esperar nada a cambio, sentimos gratitud, esperanza y aceptación. Nos conectamos desde el alma, con confianza, empatía y autenticidad. Cuando está bloqueado, sentimos soledad, rencor, tristeza, necesidad de aprobación, miedo a la intimidad o complacencia excesiva.

Enfermedades del corazón, del sistema respiratorio, problemas cutáneos o dolores en la espalda alta pueden ser señales de desequilibrio.

Podemos armonizar este chakra con afirmaciones como ‘Yo soy amado’, ‘Yo me perdono’, ‘Yo amo sin condiciones’. Meditaciones centradas en el pecho, música que inspire ternura, contacto físico, aromas como rosa o lavanda, piedras como cuarzo rosa y alimentos verdes ayudan a abrirlo.

Asanas como Matsyasana, Ardha Chandrasana y Ustrasana expanden el pecho y equilibran Anahata.

Este chakra nos enseña que el verdadero poder está en el amor, y que abrir el corazón es el primer paso hacia la sanación profunda.